Es decir, ¿te has parado a pensar si tienes tiendes a fijarte en aquellas cosas positivas que te rodean? o ¿sueles centrarte más en aquello que es negativo?

Parece una pregunta simple pero la mayoría de nosotros nunca nos hemos detenido a evaluarlo y aun menos a considerar las implicaciones que tiene esto para nosotros.

Como ya comenté en el anterior artículo, solemos tener la tendencia a fijarnos más en los aspectos negativos que en los positivos. Lo mismo ocurre con nuestros recuerdos. Con frecuencia, aquellos que son negativos los recordamos con mayor intensidad.

Es como si las experiencias negativas “gritaran” más fuerte que las positivas. Se suele decir que, como norma, hacen falta 12 experiencias positivas para anular una de negativa. Si estás arqueando las cejas, por un segundo, considéralo y evalúalo por ti mism@. Piensa en un día en el trabajo, o con la familia o con los amigos; un día en que todo marcha como la seda y de repente, ocurre… la llamada, el coche que se rompe, la discusión, lo que sea. Ahora observa como ese pequeño evento acaba acaparando gran parte de tu atención y hasta condiciona la evaluación global que haces del día.

La cuestión es más compleja de lo que parece. Esa misma tendencia, si no es observada y tenida en cuenta, nos puede condicionar a la hora de emprender retos, percibir oportunidades, valorar lo que tenemos o confiar en aquellos que nos rodean.

Evidentemente, no somos todos iguales. Hay personas que, de manera natural, sin apenas esfuerzo, tienen la capacidad de ver las oportunidades y los elementos positivos en su entorno. Podríamos considerar que estas personas tienen una tendencia más optimista que el resto.

Esta capacidad/competencia  que, a simple vista puede parecer irrelevante, es tremendamente importante y determinante en nuestra vida. El optimismo realista es uno de los rasgos comunes de las personas resilientes.

No se trata de ser optimista (naíf) o creer que no hay problemas. Se trata de mantener la actitud correcta para llegar al resultado correcto. Stockdale explicó esta idea de la siguiente manera:

“Nunca debes confundir la fe en que prevalecerás al final -que nunca puedes permitirte perder- con la disciplina para enfrentarte a los hechos más brutales de tu realidad actual, sean los que sean”.

O dicho de otra manera:

“Es la fe en que la vida, a largo plazo, traerá más bien que mal y que la crisis es siempre algo temporal. Es la convicción de que las crisis pueden superarse y que somos capaces de influir en lo que sucede a nuestro alrededor y en nosotros a través de cómo reaccionamos”. – Micheline Rampe

Lo bueno del optimismo realista es que es algo que todos podemos aprender y desarrollar.

Aquí van algunas ideas para empezar:

  • Empieza a buscar de manera intencional aquello que es positivo en tu entorno
  • Escribe 5 actividades por las que te sientas agradecido.
  • Saborea los momentos buenos. Cuando éstos ocurran, esfuérzate por vivirlos  plenamente. Intenta mantener viva esa sensación y, si es posible, regístrala. Acuérdate de que muchos tenemos la tendencia a dejarlas pasar con facilidad y ver más aquellas que son negativas.
  • Practica la gratitud. La gratitud nos hace más conscientes de aquellas pequeñas cosas que nos rodean y que nos dan vida. Ello nos hace tener una visión más positiva de nuestra realidad y nos carga de energía para los tiempos difíciles.

Si tienes ganas de más, en Marzo, estaremos dando un programa sobre como desarrollar tu resiliencia. En él profundizaremos en temas como este y muchos más.

Aquí te dejo el enlace:

https://school.inusual.com/courses/desarrolla-tu-resiliencia